Susana Andrade(62) fue la primera mae afroumbandista en asumir una banca en el Parlamento uruguayo, como Diputada, en 2015, representando al Frente Amplio por la lista 711, en reemplazo de Pablo González, marcando un hito como mujer negra y líder religiosa en la política de Uruguay. Ella  se convirtió en una voz importante para los derechos de los afrodescendientes y para una «laicidad inclusiva» en el país.

Sobre fines de diciembre de este año, asumió como senadora del Frente Amplio, aunque Google no está actualizado y dice “Visión general creada por IA. No hay registro de que Susana Andrade haya asumido como senadora en diciembre de 2025”, lo cual pone de relieve el sesgo racista del buscador y una preocupante falta de actualización.

Andrade es una procuradora, periodista, columnista, religiosa umbanda y política uruguaya. Nació en Montevideo, hija de María Eva Leite y Bartolo Andrade, es la séptima de ocho hermanos. Formada en Derecho, estudió procuradoría en la Facultad de Derecho de la Universidad de la República. Es escritora, columnista de opinión comenzando en el diario La República en el 2004,[1]​ y de otros medios de prensa locales y regionales.

Asumió como senadora en la sesión del Senado uruguayo el pasado 22 de diciembre donde se trató la venia para designar el primer embajador afrouruguayo de la historia, Mario Ángel Silva, para ocupar el cargo en la sede diplomática de Etiopía.

En su cuenta de Facebook volcó sus sentimientos en relación con el evento que la tiene como protagonista: “Una nueva responsabilidad política acorde al compromiso social que nos guía y que nos proponemos cumplir con alegría y empeño.

Gracias a mis Ancestras y Ancestros, a Zambi, Orixás y Espíritus de Luz. A mi fuerza política Frente Amplio, Espacio 609 -“la fuerza que Pepe construyó”- y a nuestra agrupación Atabaque. Agradezco a senadoras y senadores de todos los partidos que me recibieron. A queridas compañeras y compañeros de luchas. Agradezco a mi familia de sangre, familia espiritual, autoridades civiles y religiosas y amistades de diversos ámbitos que saludaron este momento de tanta significación.

Fui convocada sorpresivamente a una sesión extraordinaria lo cual impidió cursar las invitaciones de estilo, sin embargo, nos han hecho llegar tremendas buenas ondas de diferentes formas. Gracias por el cariño y la ternura. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!

Porque somos pueblo estamos donde deben estar todas las voces.

Asumo con responsabilidad este espacio político en el santuario de la libertad y la democracia uruguaya, donde reside la sagrada voz popular en su preciosa diversidad.

Vengo de la sociedad civil, y por eso quiero saludar con énfasis a los colectivos y referentes afros e indígenas que, con esfuerzo y militancia constante hacen posible estos hitos.

Cuánta historia no contada y ocultada tuvo que pasar para que una mujer, negra y macumbera -como se nos llama despectivamente a quienes creemos en lo sagrado afro- ocupe hoy un espacio como este. Y no me gusta “primerear”, la experiencia me dice que cuesta más sostener un avance social, que alcanzarlo. Aun así: Posiblemente sea la primera senadora afroumbandista por el Frente Amplio en integrarse a este cuerpo legislativo. Y no lo digo con vanidad, sino con conciencia. Las desigualdades estructurales que padecemos por género y orígenes étnico raciales no son casualidad, son consecuencia directa del patriarcado y del racismo sistémico derivado del período colonial, culpable del genocidio indígena y de la trata transatlántica. Crímenes de lesa humanidad reclamables en la actualidad según el Derecho Penal Internacional.

Muchas deudas históricas pesan todavía sobre ese más de 10% de afrodescendientes y ese más de 6% de pueblo indígena en nuestro suelo. Y no hablamos solo de porcentajes: si así fuera, y con casi el 52% de población femenina, la paridad de género en política ya no sería una utopía y aún lo es; basta mirar alrededor.

Tenemos propuestas a madurar sobre la investigación histórica, cultural y antropológica del pasado africano e indígena en nuestros territorios, para abrir un espacio de reflexión sobre los invisibilizados de siempre, cuya presencia e identidad también moldea la macro identidad uruguaya.

La Historia es una construcción colectiva y quien la escribe suele ser la cultura dominante. Por eso es necesario tomar la responsabilidad que nos toca donde estemos para rescatar esas memorias, y dar a conocer tradiciones, culturas y verdades naturalizadamente relegadas.

Este lugar de trabajo republicano es fruto del esfuerzo plural de los presentes, y también de quienes pasaron antes, construyendo las bases de una institucionalidad que nos permite sostener la República Oriental del Uruguay, por la que tantas y tantos entregaron sus vidas a lo largo de nuestra historia, y hay mucha gente todavía desaparecida.

Espero que la pluralidad de voces de este Poder Legislativo -que encarna el poder de la palabra como máximo instrumento democrático- nunca callen.

Sabemos que las leyes no lo resuelven todo: hay que presupuestarlas, implementarlas, difundirlas, llevarlas a la gente para que los derechos sean hechos. Aun así; sembrar es esencial para que florezca la nueva semilla.

Nuestro Parlamento es herramienta potente de transformación política y cultural, imprescindible para lograr una democracia inclusiva grande y profunda, salvaguarda de los Derechos Humanos que hacen a la vida, la convivencia y la calidad de vida de nuestra gente.

Honrando la paz.

Honrando la dignidad humana.

Honrando la alegría de vivir.

Termino con palabras de la activista afro Angela Davis; “No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar. Estoy intentando cambiar las cosas que no puedo aceptar.”

Muchas gracias”