Luego de un tiempo, algo extenso, vuelvo a escribir en la Editorial de FM VIVA, ( ya no me alcanza los sábados de radio de 12 a 14).

Y que mejor que recomenzar con un análisis (luego de pasar por varios psicoanálisis), de como ver a nuestro querido Partido de General Rodriguez… con humor o supervivencia? (curso sin cargo, entrenamiento según se vayan presentado las próximas tormentas).
Como no estaba muy inspirado, pero con ganas de escribir, nobleza obliga, utilice la ayuda de esa tan «temida» Inteligencia Artificial

Dicen que Rodríguez es la «cuna del polo». Lo que no te dicen es que, a veces, parece que la gente practica canotaje en las calles después de una lluvia. Si ves a un vecino con un remo en la mano, no está yendo al Tigre; está esquivando el bache que, de tan profundo, ya tiene nombre propio y cobra peaje.

Aquí, el GPS tiene una opción secreta llamada «Ruta Aventura 4×4, solo para valientes con fe y amortiguadores nuevos». Si te perdiste, no te preocupes, seguramente terminaste en un camino de tierra que te lleva a una estancia hermosa y abandonada del 1800, o, peor aún, a un punto donde el colectivo decide que «hasta acá llegó mi amor (y mi suspensión)». Y ya se habrá dado cuenta querido lector, que nos referimos a la empresa «La Perlita», que más que perlita, da la impresión de ser ese maldito grano de arena que se te mete en el ojo el día de mucho viento, y para colmo de los colmos, en el otro ojo tenés un orzuelo que pareces Rocky luego de la primer pelea.
Aquí los baches no se tapan, solo migran. Se tapan tres y aparecen cinco nuevos. Son como las hidras de la mitología, pero más peligrosos para el tren delantero de tu auto. Los vecinos juran que, si juntas todos los baches de General Rodríguez, podrías armar una piscina gigante de natación.
El rodriguense aprendió que, después de cada tormenta, su auto deja de ser un vehículo y se convierte en un submarino a propulsión de fe. La gente no usa botas de lluvia, usa botas de buceo para ir al kiosco. Y claro, el chiste recurrente es que el municipio no arregla las calles porque «está esperando que la gente evolucione y aprenda a volar».

La Tensión Ideológica: Las alianzas aquí son más volátiles que la cotización del dólar. El mismo político puede ser kirchnerista, massista, macrista y libertario en menos de una década. El humor social lo capta: «En Rodríguez no hay ideología, hay instinto de supervivencia y una agenda de contactos telefónicos bien surtida».

😂 General Rodríguez: Crónica de un Partido que Nació para el Stand Up

General Rodríguez no es un lugar, es un concepto. Una especie de dimensión paralela del Conurbano donde lo trágico, lo cómico y lo surrealista se dan la mano para que el vecino, antes de llorar, primero se saque una selfie con el desastre y luego exija explicaciones. Aquí, la realidad supera a la sátira con la misma velocidad con la que se te pincha una goma en un bache.

💧 La Identidad Hídrica: Los Venecianos del Oeste
Si algo define a la identidad rodrigense es su relación con el agua. Aquí no hay cuatro estaciones: hay sequía, inundación, bache con agua y, a veces, un rato de sol.

Político: Cada inundación es una oportunidad para el intendente de mostrar su habilidad para esquivar el barro y las cámaras a la vez. El clásico es el funcionario que aparece en traje, parado en el único pedazo de asfalto seco, con un micrófono, pidiendo recursos a La Plata. Mientras tanto, el vecino ya está usando un bote de goma y cobrando por pasar a los que se quedaron varados. Es el espíritu emprendedor, ¿vio?

🔪 El «Glamour» Narcopolicial: Fama Involuntaria
General Rodríguez se ganó su lugar en las crónicas policiales de la forma más oscura: el Triple Crimen. Lo que es una tragedia, en clave de humor negro social, se convierte en una marca imborrable:

🏆 Conclusión: La Resiliencia es Nuestra Única Obra Pública
General Rodríguez es un lugar donde si sales de tu casa y vuelves con todas tus pertenencias (y sin haber roto el tren delantero), ya ganaste el día.

El humor aquí no es un lujo, es una herramienta de supervivencia. Es la forma de procesar que tu Intendente pide patrulleros, pero destina dinero a festivales; o que tu auto se hunde en una calle que, según el plano municipal, ¡está asfaltada desde 1995!

🚍 La Odisea Rodriguense: Cómo Perder el Día (y la Dignidad) en el Transporte Público
General Rodríguez, un partido tan vasto que ir del centro a los barrios más alejados requiere voluntad de hierro, una mochila con provisiones y un testamento actualizado.

En la ruta que conecta Rodríguez con el paraíso (o sea, Capital Federal), la línea 57 es la reina. Pero el 57 no es un colectivo, es un concepto metafísico.

La Espera: La gente no espera el 57 en la parada, lo invoca. Se dice que si esperas más de 45 minutos y el colectivo no aparece, es porque en realidad estás en un sketch de stand-up, y el chofer se rió tanto que siguió de largo. El tiempo aquí no se mide en minutos, se mide en «capítulos de novela» o «veces que revisaste el celular y se te acabó la batería».

El Milagro: Cuando finalmente aparece, es como un espejismo en el desierto: viene tan lleno que parece un tubo de ensayo con gente comprimida. El chofer te mira con esa expresión de: «¿Querés subir? Ok, pero dejá tu alma en la parada, que acá no hay lugar para tanto peso.»

🛤️ El Tren: La Montaña Rusa de Larga Distancia
Para ir a Capital, el tren Sarmiento es la opción más rápida… si funciona.

La Rutina Matutina: Subir al tren en hora pico es la versión rodriguense de un entrenamiento militar. El arte de la compresión humana se perfecciona en cada viaje. Los expertos viajan con el torso pegado a la puerta, y los novatos, apretados entre dos personas que desayunaron ajo.

El Anuncio del Caos: Siempre hay un anuncio que te recuerda que estás en Argentina: «Tren con demora por inconvenientes técnicos…» (léase: «Se escapó una vaca en la vía, o a alguien se le ocurrió hacer una obra faraónica sin avisar»). El pasajero de Rodríguez ya tiene incorporada la resignación. Cuando escucha la palabra «demora», automáticamente saca el mate y se dispone a ver el pasto crecer.

🚌 La Odisea de «Entrar al Barrio»: El 327 y la Calle Sin Nombre
La verdadera prueba de fuego es el transporte interno, el que conecta el centro con los barrios más profundos (y barrosos).

El Recorrido: En General Rodríguez, muchas calles figuran como asfaltadas… en el Google Maps del año 2040. El colectivo local, en cambio, tiene un GPS que se guía por la profundidad de los cráteres.

El Ruego del Pasajero: Si llueve, el ritual es universal. El pasajero le ruega al chofer: «¡Por favor, señor, no doble en esa esquina, que ahí hay un pantano que se tragó una trafic la semana pasada!» El chofer, estoico, responde: «Yo tengo que hacer el recorrido, m’hijo. El que no quiera hundirse, que se baje y nade.»

🚷 La Inseguridad: El Peaje Invisible
Y para completar la experiencia, está el factor seguridad. El chiste, que ya no da risa, es que a esta altura el pasajero viaja en colectivo con dos billeteras: una con la SUBE y unos pocos pesos, y la «billetera de sacrificio» con un celular de prehistoria para entregar al primer malandra que suba con malas intenciones.
Estamos en un momento del país donde la política es como la muzzarella de la pizza: está en todos lados, se estira, se pega, pero a veces no se sabe bien de qué está hecha. Y acá, en General Rodríguez, no nos quedamos atrás. Somos la capital del misterio vial.
¿Vieron el tránsito de hoy? El que te dice que General Rodríguez es tranquilo es porque nunca intentó cruzar la Ruta 7 un viernes a las seis de la tarde. Es más fácil cruzar la Cordillera de los Andes con un monopatín que llegar a Lujan en hora pico. .
Y hablando de cosas que no se mueven, hablemos de la política local. A nivel nacional se pelean por la macroeconomía, el dólar, la inflación… acá nos peleamos por el bache. El bache es nuestra identidad. Tenemos baches con DNI, baches que cumplen años. Si un día tapan un bache, los vecinos salen a protestar porque perdieron un punto de referencia. «¿Dónde vivís?». «Al lado del bache que ya no está».
Y el municipio, ¡ah, el municipio! Es una caja de sorpresas. Ves las noticias locales y parece que estamos en Suiza, todo obra, todo progreso. Vas a la esquina y es Ucrania. Es esa dualidad argentina que amamos.
Los políticos locales tienen una habilidad especial para hablar mucho y no decir nada. Les preguntás por el agua potable y te hacen un masterclass de historia del sistema de cloacas del año 1950. Tienen más versatilidad que un pulpo.
A nivel ciudad… estamos entre el campo y la ciudad, la quinta y el industrial. Somos como ese sobrino que no sabe si ir a la facultad o ponerse una gomería. Y esa indefinición se nota. A veces siento que los concejales discuten si el caballo es un medio de transporte o un problema fiscal.
Y el país… el país está en una montaña rusa emocional. Un día sos Suiza, al otro día sos Venezuela. Y los políticos nacionales vienen acá a hacer campaña, a sacarse fotos con el pasto, como si nunca hubieran visto un árbol. Te prometen el oro y el moro, pero a la hora de la verdad, se suben al tren y no paran hasta Retiro.
En fin, General Rodríguez. Un lugar donde la pasión por la política es inversamente proporcional a la velocidad de reparación de las calles. Pero es nuestro lugar. Y mientras haya baches, va a haber de qué hablar.
En General Rodríguez, salir de noche y volver con el celular, la mochila y el hígado intacto, es una victoria que merece una medalla. El viaje en colectivo no es solo un traslado; es un rito de paso, un campo de entrenamiento para la supervivencia urbana.