Domingo a la mañana: tomo la bicicleta, hago las nueve cuadras que me llevan al centro del pueblo, Marcos Paz, 48 Km de la ciudad de Buenos Aires.  En esas nueve cuadras cuento 10 micro basurales conteniendo plásticos, maderas, restos de poda, telas, latas, caños etc…

Sábado a la noche casi llegando al centro de la ciudad, una vecina sale de su casa con una bolsa de desperdicios,  hace tres pasos  con la mejor puntería de un basquetbolista la arroja a la zanja. Mismo sábado, pero de mañana, un vecino con un carro arroja residuos de poda en un micro basural permanente que posee 12 metros cuadrados. Postales de mi pueblo y de la relación que fuimos construyendo con los residuos. Los servicios municipales pasarán, recogerán los desperdicios para volver a empezar…

Sabemos que nuestra relación con los desperdicios posee varias dimensiones. Es así que,  mientras para una parte de la sociedad es sólo “basura” y la queremos poner lejos de nuestra casa bajo la expresión «que se la lleven lejos” para otros, a partir del reciclaje, es parte del sustento cotidiano.

En el mismo sentido, mientras que varias familias reciclan los residuos, otros tiran todo, no siempre en los lugares adecuados,  a la espera de la recolección. Ahora bien, el estado municipal, los ciudadanos, las instituciones, las empresas  y las organizaciones comunitarias debemos hacernos cargo de aquello que producimos, y que llamamos basura, desperdicios, residuos o subproductos. Cada uno según sus deberes, derechos y responsabilidades sabiendo que la deposición inadecuada de desperdicios no solo tapa los canales y caños de desagüe, crea hábitat para mosquitos, moscas y roedores, sino que su quema o combustión genera compuestos químicos contaminantes.

En principio les propongo pensar en los plásticos, que se generan a partir de compuestos derivados del petróleo, y que tardan decenas de años en descomponerse, dado que no son naturales y por lo cual no existen mecanismos específicos de descomposición en la naturaleza. En relación a estos compuestos, cabe reflexionar la energía consumida durante su producción y en los residuos que se generan en el flujo de su utilización y descarte.

Además debemos analizar y considerar sobre la contribución al cambio climático,  que se produce en la generación de gases en cada una de las etapas implícitas en los procesos de extracción, en los sitios de origen de los bienes comunes naturales, como el petróleo, en su transporte a las refinerías  o hacia los centros de producción, muchas veces en países diferentes, en los procesos de fabricación, por ejemplo de botellas, en el consumo y en su eliminación.

Cualquier listado de soluciones “de cajón”  neutras, apolíticas, asépticas, fáciles, indoloras, expresiones típicas de “sobrecito de azúcar”,  no serán reales, quizás quede nuestra conciencia tranquila pero no resultarán para modificar las relaciones socio-ambientales  de producción, incluidas la utilización de bienes comunes naturales y nuestra relación con los residuos.

Las soluciones, entonces, deben iniciarse con acuerdos políticos, tomando a la política en el mejor sentido aristotélico de cuidar el ámbito de donde vivimos. Acuerdos entre ciudadanos y con los tomadores de decisión, los productores/as agrarios, con las empresas de bienes y servicios (no solo las grandes, aunque son las que más desperdicios producen), los feriantes, los productores de la economía social y solidaria, los recicladores, estudiantes.

Debemos hacernos preguntas y tratar de responderlas de manera integral y sistémica.

Algunas preguntas:

  1. ¿Cuántos desperdicios se producen en nuestra comunidad? ¿quiénes los producen? ¿Cómo se recogen? ¿Qué se hace con ellos?
  2. ¿Cuántos vertederos aprobados existen? ¿Cuántos ilegales? ¿Cuántos micros basurales?
  3. ¿cuánto nos cuesta recogerlos y llevarlos a los vertederos? ¿Cuál es el costo en la salud socioambiental del tratamiento inadecuado? ¿se registran enfermedades relacionadas con los desperdicios?
  4. ¿podremos reducir el consumo especialmente de materiales plásticos? ¿Cómo?
  5. ¿Podemos cambiar los modos de recolección de los residuos y su tratamiento integral?

Deberemos  analizar, desde nuestros hábitos y estilos de vida, el consumo familiar, barrial, comunitario. ¿Podemos reducirlo? ¿Desde qué bienes? ¿Menos consumo de envases plásticos?

Las transiciones hacia otros estilos y modos de vida que impliquen consumir menos, satisfaciendo de manera sustentable nuestras necesidades, serán dolorosas. Cambiar hábitos entendidos como disposiciones duraderas transferibles  o modos de ser y hacer algo, nos van a “doler” porque implica alterar nuestra vida cotidiana,  hacer las cosas de otro modo, mirando el largo plazo y el efecto ambiental de cada acción y decisión. Tampoco serán neutras, por que deberán modificar las relaciones establecidas entre muchos municipios y sindicatos para recoger  y enterrar la basura,  implicara decisiones políticas, tanto como modificar la producción de bienes servicios, dado que se requerirá repensar la ubicación, la demanda, remuneración de los  trabajadores y beneficios de las empresas.

No va a ser fácil, pero tarde o temprano habrá que hacerlo.

Las transiciones quizás deberían empezar por:

1-Prohibir el plástico de un solo uso. ¿Podremos reemplazar los vasitos, sorbetes, bandejas, bolsas que usamos  en negocios de comida, fiestas, kioscos, reuniones, congresos, ferias  (aún las ecológicas)? Deberemos utilizar otros materiales pero fundamentalmente cambiar nuestras acciones.

2-Reutilizar los residuos. ¿Podremos reutilizar  los envases plásticos y frascos de vidrio? Si podemos, pero aunque los utilicemos como macetas, almacigueras, cubre plantas de las hormigas y caracoles, para conservar semillas no alcanza… no podremos reutilizar todos los envases.

3- ¿Podremos incentivar económicamente a quienes consuman y descarten menos cantidad de objetos que contengan plástico? Es una buena medida pero sabemos que en nuestro país se externalizan costos, cayendo muchas veces en los consumidores- ¿pagar menos tasas municipales para quienes reciclan los desperdicios?

4- ¿Podremos volver a comprar a granel nuestros alimentos como las legumbres, harinas, especies? ¿Podemos volver a utilizar los envases de leche, aceite, vino, etc.?  ¿Es socialmente aceptable? ¿Es económicamente viable?

5. Podremos volver a alimentarnos de productos que se producen en nuestras comunidades, el consumo local, propiciando los mercados de cercanía evitando por ejemplo la producción de bajo plástico, el transporte y el empaque también en bandejas plásticas.

Desde la extracción del petróleo hasta el descarte de los materiales plásticos se producen gases con efecto invernadero (el dióxido de carbono y el metano) que producen cambio y variabilidad climática. Se hace necesario tomar acciones y medidas políticas efectivas, reales, social y políticamente apropiadas.